jueves, 17 de noviembre de 2011

Un dilema entre árboles...

Érase una vez un parque nacional argentino donde el Alerce era el rey. Alto, rojizo, derecho y con una robustez a prueba de agentes putrefactos, era la envidia del lugar. Adorado por sus propiedades medicinales, divisaba a todos sus convecinos y convecinas desde su cumbre. No por nada cuenta con el honor de ser el árbol más alto del cono sur, el más protegido y de los más longevos del planeta. Es el más sabio, el más respetado.

"Ché, alerce milenario, acudo a vos en busca de consejo. No aguanto más. ¿Qué debo hacer?" le suplicó el Coihue. A diferencia del elegante alerce, el coihue es un árbol frondoso, regordete, de corteza gris y con ramas aplanadas horizontalmente. Sus ganas por llegar a lo más alto, a la luz, hace que sus raíces no se agarren suficientemente al suelo, con lo que muchas veces desfallece en el intento y cae desplomado al suelo.

"Mi primo, el rebelde Lenga, se ha unido a mí de manera viciosa y me está carcomiendo el tronco para llevarme consigo arriba, a un lugar de difícil acceso donde según él viviremos más felices". Y prosiguió: "Hasta ahora he estado coexistiendo en perfecto mutualismo con mis queridos hongos Llao Llao, yo los alimentaba y ellos me hacían crecer más rápido, además de recompensarme de vez en cuando con algún viajecito alucinógeno".

Se hallaban cerca del Lago Cisne, así que el Arrayán aprovechó para entrometerse. Con sus delicadas flores blancas y sus retorcidos troncos color canela, es famoso por mantenerse siempre muy frío: "Coihue, yo nunca dejaría que ningún árbol que se precie me arrastrara lejos del agua, de mi entorno, a esto se le llama parasitismo. ¿No lo ves? Se aprovechará de vos, te desmoronarás y permitirás que el Lenga llegue dónde quiere sacrificando tu propia vida."

Ante tanta radicalidad el Alerce respondió. "Arrayán, no tiene porqué ser así, puede disfrutar de una relación más comensalista. Coihue, vos no vas perder ni ganar nada. No tiene que ser ni bueno ni malo, simplemente harás un servicio social, harás de ONG y feliz al Lenga. Ayudálo y quizás podés finalmente disfrutar de la luz sin que nadie os haga sombra allá arriba".

En eso, habló el Tineo. De tanto tanino, andaba siempre alerta que no lo talarán para convertirlo en barrica y ni el hecho de vivir en un parque nacional lo tranquilizaba: "Pues yo más bien creo que al Coihue lo que le pasa es que prefiere quedarse en la vereda del río y unirse a las Cañas colihues, los he visto últimamente muy liados".

Las cañas colihues son hermanas de los bambúes, pero a diferencia de ellos, no están huecas por dentro. Parece ser que esta cualidad les confiere más razonamiento. Al sentirse aludida, contestó: "Ya se lo he dejado claro al Coihue. Lo nuestro no anda, es una relación imposible ahora que estoy a punto de florecer. Soy una apestada y la luz que le puedo ofrecer es efímera". Tal flautista de Hamelín, la pobre tiene la mala fama de atraer a los ratones colilargos -con sus virus asociados-, además de los incendios, cuando esta explosión floral se produce. Y eso que sólo suele ser una sola vez en su vida y cada 60 años.

Así pues, el Alerce se quedó pensativo y finalmente dictaminó: "Acá en esta selva valdiviana los árboles se enredan y desenredan continuamente. Unos con más éxito que otros, sin que responda a una fórmula concreta. Así pues, Coihue, escuchá al viento, permití que tus hojas transpiren, sentí la savia interior y dejá que tus raíces te lleven allá donde aparentemente se hallé el sol que más brilla".

Y, colorín colorado, este 'proyecto de cuento alerceño' se ha acabado. Aquí nadie comió perdices y la felicidad sólo la encontraron aquellos que realmente la buscaron y se arriesgaron.

¿Mutualismo, comensalismo, parasitismo? ¿No os parecen perfectamente aplicables a nuestras relaciones como 'seres evolucionados'?  Una vez más, ¡qué sabia es la naturaleza!


Aunque basada en características arbóreas verdaderas, cualquier parecido a la realidad es pura coincidencia. Han intervenido, por orden de aparición:
Alerce: Fitzroya cupressoide
Coihue: Nothofagus dombeyi
Lenga: Nothofagus pumilio
Hongo Llao Llao: Cyttaría darwinii
Arrayán: Luma apiculata
Tineo: Weinmannia trichosperma
Caña colihue: Chusquea culeou






Enlaces relacionados:
Una versión más 'seria' (aunque yo me he reído un poco con su particular manera de presentar el parque). Lo siento, defecto profesional: Parque Nacional Los Alerces GEO Viajes

6 comentarios:

  1. Nunca antes había visto los árboles de esta manera, con esa vida y esos problemas emocionales. Me ha parecido tierno y divertido y sí... nuestras relaciones, sobretodo de pareja, se pueden asemejar a estos tres tipos que comentas.... de parásitos conozco unos cuantos!!!! Me he reído mucho. Un abrazo

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  2. Yo ya he tenido una lenga en mi vida y me lo hizo pasar bastante mal. Sin embargo, volvería a cometer el mismo pecado pues durante todo ese tiempo fue el sol que más brillaba. Aunque aún puedo notar las quemaduras que me provocó, fuí el hombre más feliz de la tierra. Me gusta este paralelismo, como dices, la naturaleza es sabia (y el alerce más!)

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  3. Entrañable! Me ha gustado la película y me han entrado ganas de conocer el parque :-)

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  4. Supongo que es un poco difícil entender la historia si no conoces el parque y/o los árboles, se ha hecho lo que se ha podido. Y sí Clara y Marcos, (des)afortunadamente las relaciones humanas tienen mucho que ver con la naturaleza.

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  5. Este es un cuento maravilloso, dijo en la perspectiva de alerce. El alerce (larch) es uno de mis árboles favoritos. En el otoño los senderos están cubiertos de agujas de oro. Eres muy creativa. Es la verdad que hay mucho ver con la naturaleza....

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    1. Muchas gracias Bigskymo, tu blog también es genial! :)

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