martes, 24 de abril de 2012

Cuestión de supervivencia


Todavía no me explico por qué me encuentro en esta situación. Así, vestido con un feo camisón de vieja arrugada y una cofia que me oprime horriblemente las orejas. Encerrado en una casa. Echado en una cama con olor a naftalina barata si prefiero, mil veces, el fresco pasto del valle. No, no lo sé. O sí. Llevo una semana sin comer nada. Los malditos leñadores están deforestando el bosque. Con sus hachas afiladas pretenden dejar espacio a complejos turísticos que, según ellos, dinamizarán la región con nuevos ingresos económicos. Bobadas. Lo único que están consiguiendo es ahuyentar a los animales y romper la cadena alimentaria. No me han dejado otra salida. Sólo esa niña puede evitar que muera de inanición.