jueves, 8 de marzo de 2012

365 días 8 de marzo


En un día como hoy, Día Internacional de la Mujer, me gustaría recordar las palabras del sociólogo Charles Fourier (me acaban de regalar el libro de Felipe Pigna Mujeres tenían que ser) con las que afirma que "los progresos sociales y cambios de época se operan en proporción al progreso de las mujeres hacia la libertad". A pesar de haber jugado (y seguir jugando) un importante papel en la historia y en la sociedad, a las mujeres siempre se las ha relegado a un segundo plano o, peor aún, se las ha olvidado. Sea cual sea su rol y desde que 'plataforma' puedan ejercerlo, mi más sincero respeto y admiración para todas aquellas mujeres que siguen rompiendo moldes y siguen resistiéndose a lo que se les pretende imponer. No sólo hoy, sino los 365 días del año.

Podría ahora recordar (y polemizar sobre) el por qué se celebra este día, destacar mujeres ilustres (y no tan ilustres), o añadir datos escalofriantes de las desigualdades e injusticias que todavía hoy se cometen contra  la mujer. No, esa no es mi intención, prefiero esta vez quedarme con la sencillez de compartir una experiencia reciente y dejar que la sutil crispación de un poema nos recuerde el valor del arte para poder seguir cambiando el mundo.

Por casualidades de la vida, por tozudez, o porque sigo en mi afán de construirme en la Córdoba argentina, ayer tuve el honor de asistir al encuentro semanal de poesía de un grupo literario llamado 'La Bandada' (En España, Los Pájaros, de Hitchcock). Guiño, también del destino, el hecho de que se reúnan en el bar Barcelona, como mi ciudad natal. Sea como fuere, la verdad es que pasé una velada extraordinaria, agradecidamente nutritiva en todos los sentidos.

Laura, que estuvo moderando y alentando la participación de los asistentes de manera magistral, concluyó el encuentro con este poema de la poeta cordobesa Eugenia Cabral y, a pesar de que soy de la liga antitabaco (permitidme el apunte), me pareció perfecto final para tan distendida experiencia. También me lo parece para finalizar este breve y humilde post.

T a b a c o

LA RABIA DURA LO QUE EL CIGARRILLO.
Luego el humo y la ceniza esparcen
la desmerecida forma de lo que ha sido.
Arder. Arder como la brasa ambigua
que no es llamarada ni es ceniza;
entre secuencias de orden y desorden
arder; arder cual perfume de maderas;
cual ocaso –furia postrer del día-
arder; en pausas de la informática,
detrás de los envases descartables,
con un sexo torpe entre torpes manos,
arder. Como sólo el fuego puede arder.
Como pasión y soledad pueden arder.
Astro perdido en la jungla del cielo
tornando a una casa y a unos padres,
arder. Solícitamente, en honor de un amante,
arder. Ofrecer la transparencia y pretenderla
cada vez con menos fuerza y eficacia.
Arder. En el templo de los bárbaros.
Arder, tan tenue como sea posible,
ante la fatiga de la mirada. Encender
los rubíes de la culpa entre el lodo funeral
y las arenas donde el hedor de lo muerto
sobrevive (¿para qué?) sin condena ni justicia.

En el horno de los bronquios se caldean
la sinrazón de existir abominando
y el humo: símbolo de olvido e impotencia
de querer retener lo que se esfuma
-antes eterno, ahora fugitivo-,
breve danza de amor entre los dedos,
ocaso que arrastra el cuerpo del día
-iluminado de amor- a oscura gruta,
para escandir las formas de la noche
cual sílabas de un poema revelado.

Por Eugenia Cabral.
Del libro de poemas 'Tabaco', Babel Editorial 2009.

Eugenia Cabral nació en Córdoba, Argentina, el 29 de Noviembre de 1954. Su esposo y padre de su hija mayor estuvo detenido por razones políticas durante 1976-77 sucesivamente en los penales Nº 5 de Córdoba y en Sierra Chica (provincia de Buenos Aires). Su actividad militante por los derechos civiles, políticos y gremiales en general y específicamente de los escritores es ampliamente reconocida.

3 comentarios:

  1. A ver si sabes de quién es?

    Sentada en el fondo de un lago.
    Ha perdido la sombra,
    no los deseos de ser, de perder.
    Está sola con sus imágenes.
    Vestida de rojo, no mira.
    ¿Quién ha llegado a este lugar
    al que siempre nadie llega?
    El señor de las muertas de rojo.
    El enmascarado por su cara sin rostro.
    El que llegó en su busca la lleva sin él.
    Vestida de negro, ella mira.
    La que no supo morirse de amor
    y por eso nada aprendió.
    Ella está triste porque no está.

    ResponderEliminar
  2. Me encanta el poema. Interesante y desconocida poeta. Me parece una delcada forma de rendir homenaje a las mujeres. Estoy de acuerdo, ese homenaje deberia ser todo el año. Mujeres, os amamos!!!!!

    ResponderEliminar
  3. Anónimo o anónima... Pizarnik a full! (de todas maneras hoy con Google poner estos acertijos son más fáciles de resolver :P)

    Gracias por compartirlo. Te digo que el escoger a una poeta menos conocida y cordobesa, ha sido expresamente. Especialmente en un día como el 8 de marzo.

    Gracias también a ti Toni, por apreciarlo y por los ánimos!

    ResponderEliminar